MI HISTORIA

MI HISTORIA
Dicen que el movimiento se demuestra andando. Así que voy a contarte mi historia.
Me llamo Nuria y soy de León. Desde bien pequeña tuve claro que quería ser periodista. Me encantaba escribir y contar historias. Quizás por eso siempre me decían que era un poco “cuentista”. (A día de hoy mi madre me sigue diciendo que hablo demasiado).
Al cumplir los 18 años, cogí el petate y me fui a estudiar a Madrid la carrera de periodismo. Estudié en la Universidad Rey Juan Carlos en Fuenlabrada. Por aquel entonces, una gran sede que contaba con más obreros que alumnos. Y eso era algo que me encantaba incluir en las historia que contaba a mis amigas de León cuando les relataba mis peripecias para llegar a la universidad cada día. Porque en los detalles está lo importante.
Por aquel entonces, ya existía internet (que no soy tan vieja, ¿eh?), pero aún no habíamos descubierto las bondades de las redes sociales. Ni Facebook ni Instagram habían llegado aún a nuestras vidas. A pesar de ello, poco a poco, descubrí que internet tenía algo que me gustaba. Y, mientras mis compañeros de facultad se debatían entre la radio, la televisión o el papel, comencé mis primeras incursiones en el mundo del html, los blogs y los foros. Y así, poco a poco, el gusanillo de la red fue entrando en mí.
Estudié en Passau (una pequeña ciudad alemana de cuento) y viví en Berlín. Convencida de que, para contar historias, primero había que vivirlas.
Y cuando mi vida despreocupada de estudiante se terminó, aterricé en la revista Bravo. Quizás pienses que una revista para adolescentes no es la mejor forma de comenzar “tu vida adulta” (para ser sinceros, por aquel entonces, yo tampoco estaba muy segura de ello). Pero pronto descubrí que me gustaba. Y mucho. Hasta el punto que pasé nueve años en una redacción llena de ídolos de masas y cantantes de música pop. Además de convertirme en fan de Justin Bieber y Miley Cyrus, también convertí el blog de la revista en una página web, conseguí llegar al millón de seguidores en Facebook y convencí a mis compañeras para mostrar la redacción de Bravo en una pequeña ventana llamada Instagram. Fuimos pioneros en Tuenti y Snapchat. Y, ojo, que no llegamos a tener perfil en TikTok porque alguien decidió cerrar la revista. Que si no… hoy podrías verme bailando en la red social de moda.
Como ya te he anticipado, alguien decidió cerrar la revista (pero esa es una historia que te contaré otro día) y, tras una crisis existencial en la que no tenía claro qué quería hacer, descubrí que lo que más me gustaba de mi trabajo en Bravo era conectar con mis braveras: la audiencia de la revista. Que había pasado nueve años de mi vida probando las diferentes formas para dejar de ser “una revista más” para convertirnos en sus “mejores amigas”. Y lo había conseguido con éxito.
Ahora me dedico a plasmar todos esos aprendizajes en pequeños negocios y ayudo a emprendedores como tú a contar su historia. Por supuesto, sin dejar nunca de aprender para poder encontrar siempre la mejor forma de contaros mi historia.